lunes, 6 de abril de 2015

Las paradojas de las luchas por la sanidad pública

Imagen de  Ana Martínez (coord.)
Ana Martínez nació en Barcelona en 1981. Trabaja como enfermera en el servicio de urgencias del Hospital Clínic de la misma ciudad. Es coordinadora, junto con Montse  Vergara, del libro recientemente publicado, “Cómo comercian con tu salud” (Icària, 2014), en el que se plasma el trabajo de la primera fase del proyecto “Privatizando la sanidad. Impacto en la salud de la privatización de la sanidad en Catalunya”, impulsado por múltiples colectivos embarcados en la investigación, desvelamiento y denuncia del complejo proceso de privatización de la sanidad pública catalana, oculta bajo una ola desarticuladora que pretende invisibilizar las consecuencias y los mecanismos que la rigen. Nos saluda con su sonrisa indeleble en la puerta de su centro de trabajo, lugar de encuentro también para una tarde dominical, desde donde nos lleva a una terraza no muy lejana, donde, tras una mirada desconfiada a la grabadora, da rienda suelta a su discurso vivaz.

LMS. ¿Te definirías como enfermera o investigadora en salud?
AM. Ni lo uno ni lo otro me convence. Ahora mismo soy activista por la defensa de la sanidad pública. Es como si nos fuera la vida en ello (risas).

LMS. ¿En qué momento te involucraste en la lucha por la sanidad pública?
AM. Los tijeretazos contra la salud se empezaron a aplicar con fuerza justo antes de que estallara el 15M, en 2011. Hacia finales de 2010, con la llegada de CiU al poder y los vientos austericidas que trajo consigo, mucha gente, entre ellos un gran número de trabajadores de la salud, se levantó contra las medidas implementadas por el conseller  Boi Ruiz. Curiosamente, en general creo que no se recuerda bien la cronología. Si le preguntas a alguien por la calle, te dirá que toda protesta masiva se dio tras el 15M, pero lo cierto es que las que estuvimos implicadas en las primeras luchas lo recordamos como un fenómeno de masas que se dio bastante antes del 15 de Mayo.  Por ejemplo, “Indignados por los recortes en sanidad” (nacido por iniciativa de los compañeros del Hospital del Mar) éramos originalmente cuatro gatos (asindicales y horizontales) que nos comunicábamos a través de Facebook y organizábamos movilizaciones contra los recortes sanitarios. Conocimos a Democracia Real Ya en los compases previos al 15M y también a algunas compañeras de la PAH, que llevaba más de cuatro años en pie de guerra. Después el levantamiento popular desencadenado a partir del 15 de Mayo nos pasó por encima y nos integramos en él. A veces pienso que entonces se deslizó algo muy profundo, algo que movilizó a ciudadanas y trabajadoras de una forma que no volveremos a ver en Catalunya. 

LMS. ¿Cómo nació el libro “Cómo comercian con tu salud?”
AM. El libro se concibe en la indignación, nace en la academia y cuenta con la colaboración de múltiples actores: investigadores, activistas, plataformas, entidades.... Me explico: es la plasmación de un grito, el de las plataformas en lucha por la sanidad, los movimientos sociales, las asociaciones de pacientes y usuarios, canalizado a través del Grupo de Investigación en Desigualdades en Salud (GREDS-EMCONET), con Joan Benach y Gemma Tarafa a la cabeza, frente a la necesidad de hacer un  esfuerzo de análisis ante un fenómeno tan difícil de aprehender como es la privatización de la sanidad catalana.
Imágen del libro Cómo comercian con tu salud Privatización y mercantilización de la sanidad en CatalunyaAsí que se decidió llevar a cabo una colecta pública de dinero (lo que ahora se llama “crowdfunding”, jejeje), a través de un blog y un verkami, para arrancar el proyecto en cuatro fases de las que el libro es sólo la primera. Montse Vergara y yo nos animamos a coordinarlo. Durante su elaboración, el documento ha contado con la estrecha colaboración de las personas, plataformas y entidades en defensa de la sanidad pública, que lo revisaron, aportaron sus notas, modificaciones y dieron su visto bueno. Ha sido un trabajo con mucho feedback.

LMS. ¿En qué consiste cada una de las fases del proyecto?
AM. Dejadme primero aclarar una cosa: la necesidad del proyecto no consiste en guiar la actividad de los movimientos sociales. Se trataba de conseguir una base teórica sólida, de cargarnos de argumentos para defender un derecho. En Catalunya, la información es escasa, los datos se han tratado de ocultar todo lo posible desde el principio. Con más énfasis en  los últimos cinco años. Todavía hoy sigue siendo un problema muy relevante, al que la actual administración gira la espalda de  manera interesada. Por eso mismo la primera parte del proyecto consistió en hacer un barrido de datos inicial, detectando los “gaps” existentes y aproximándonos a cuál podría ser la investigación ulterior. Esta primera fase responde a dos interrogantes principales: en primer lugar, identificar los elementos de privatización y mercantilización del sistema catalán. En segundo lugar, aproximarnos al mecanismo mediante el cual esas medidas de austeridad (entendidas también como elementos de privatización y mercantilización del sistema) han podido impactar en el sistema de salud y en la salud de la población, tratando de distinguir nítidamente- lo cual no es nada fácil- entre austeridad y privatización. La siguiente fase, en marcha actualmente, es redactar un informe con un carácter  más reflexivo, ampliado y propositivo del que generó la primera fase. 

LMS. En el libro se hace mucho hincapié en la necesidad de diferenciar claramente  entre mercantilización y privatización. ¿Por qué?
AM. Es importante distinguir ambos conceptos para conocer el sistema sanitario catalán y poder identificar los mecanismos de su génesis, transformación y ahora destrucción en su vertiente pública. La privatización, más sencilla de definir a pesar de no estar libre de controversias, es la transferencia de recursos de la esfera pública a la privada, en las diferentes funciones que tiene el sistema: gestión, provisión, dirección, formación, etc.; mientras que la esencia de la mercantilización no radica en la titularidad de los recursos, sino que es la introducción de elementos de mercado en el sistema público. Los “elementos de mercado” abarcan desde la conceptualización, que afecta al discurso, de la salud como un producto y no un derecho, hasta la ley, que la privatiza de facto. El ejemplo paradigmático son los entes públicos, empresas y consorcios públicos, de titularidad pública, financiación variable y gestión cada vez más frecuentemente de carácter mixto en la sanidad catalana, en proceso de privatización radical. Todo ello inducido por los cantos de sirena de los adeptos de ESADE & cia., voceros neoliberales, que no paran de insistir, sin fundamento, en que la sanidad pública es insostenible, en la necesidad de implementar mecanismos para aumentar la eficiencia, etc., lo cual entra de lleno, de nuevo, en la ideología que propicia los procesos de mercantilización. Recubierto de tecnicismos y apariencia de objetividad, está el interés puro y duro de convertir la salud en una mercancía más, la sanidad en un negocio. Los procesos de privatización implican siempre mercantilización. La mercantilización, más subrepticia y difusa, no siempre implica privatización o la implica de forma parcial. Aunque a mí me gusta decir que la mercantilización es la antecámara de la privatización.

LMS. Por suerte, pues ¿qué queda hoy sin mercantilizar?
AM. Así es…

LMS. ¿Es el Hospital Clínic un ejemplo de esto?
AM. Es el paradigma del Modelo Catalán. En él se dan los dos fenómenos con una intensidad brutal y, hasta ahora, una falta de consciencia abrumadora por parte de los trabajadores y usuarios. Y no sorprende, pues tras años y años de privatización encubierta y propaganda (mercantilización), durante los que millones de euros se han ido por el sumidero, se han cerrado más de un 20% de camas, se derivan miles de pacientes al ámbito privado (Hospital Sagrat Cor, Hospital Plató, Hospital General de Catalunya, todos de IDCSalud, antes Capio, cuyo actual director de innovación fue el anterior director general del Clínic), la excusa de la austeridad se está usando como ariete justificador del lucro oculto (o no tan oculto). En cuanto a la cooptación de los trabajadores por la élite dirigente, en plena danza centrípeta, como corresponde a toda puerta giratoria, especialmente en el caso de los médicos, el comité de delegados, único sindicato existente para la plantilla médica y del que se pasa a formar parte automáticamente con la firma del contrato, ha jugado un papel importante amedrentando a los pocos que se atrevieron a cuestionar el modelo o las medidas derivadas del mismo. En cuanto a enfermería, ahora se ha creado un comité específico para nosotras, por lo que muchas de mis compañeras callan y sueñan con subir, como hacen los médicos, por la escalera que va de la precarización al estrellato monocorde. Sin contar con el resto de categorías profesionales. Es más, pisándolos si cabe, para defender “lo nuestro” como categoría. Es inteligente por parte de la empresa: divide y vencerás.

LMS. ¿Por qué crees que hoy en día, a diferencia de lo que pasaba hace apenas unos años, en centros públicos los hospitales o la universidad hay tanto miedo por parte de los trabajadores a expresar el descontento? ¿Por qué se hace tan difícil crear redes de solidaridad y acción colectiva en estos lugares?
AM. No hay una sola razón, pero el motivo más importante ahora mismo, a mi parecer, es el miedo. La situación actual produce en todos y todas miedo a perder el trabajo, incluso en aquellos que tienen la suerte de no engrosar la segunda lista más importante de jóvenes en edad laboral después de los parados: los hiperpreparados precarios. Pero siempre hay valientes: en el Clínic, por ejemplo, cuando hicimos la primera acampada, muchas y muchos de los que allí estaban eran  suplentes.
En la universidad, creo que probablemente el factor miedo se ve por lo menos equiparado por el individualismo autorrefencial inducido por la hegemonía académica actual, que fuerza a dejar de pensar y actuar colectivamente para encerrarse a escribir papers y solicitar becas a entidades privadas. Un profesor politizado no está bien visto, ni bien entendido, como si los que se las dan de “liberales neutros” no tuvieran una actitud política. Dicho esto, quiero añadir que el desamparo al que se ven abocados los trabajadores en el ámbito privado es mucho peor, pero no se habla de ello porque no interesa. De momento, hay que desacreditar todo lo público y alabar lo privado.

LMS. ¿Qué papel crees que han jugado los sindicatos en todo esto?
AM. La crisis política se manifiesta también en el mundo sindical, de manera triste y perversa. Es una crítica que hace muchos años que se está dirigiendo hacia ellos, pero hace todavía más años (tantos como tiene el bipartidismo) que las cúpulas sindicales hacen oídos sordos. Los sindicatos de clase han sido parte del problema, y otros, más activos y radicales, no han sabido agitar o movilizar a la gente. Estaban cómodos en su posición. El problema es tremendo, porque más allá de su inutilidad actual, no parece que vayan a renacer de sus cenizas aunque tuvieran intención y capacidad de reactivarse y reconstituirse. La intensidad del sectarismo, seguidismo, entreguismo, cainismo, depende, de todas formas, del centro de trabajo del que hablemos. Hay ejemplos recientes muy loables. Sin embargo, la desconfianza que generan, por muy inducida que sea en parte por determinados sectores de la clase política y empresarial, está, en términos generales, justificada. Por eso creo que en el desbordamiento transitorio del sistema que simbolizó el 15M era clave olvidar las banderas. La gente estaba muy cabreada, también con los sindicatos, que por acción o por omisión tenían parte de la culpa.
Por ejemplo, pasa en el comité de empresa del Hospital Clínic: cuando desde el grupo de Tancada Clínic nos presentábamos en las reuniones reclamando nuestro derecho a participar, nos decían literalmente: <<preséntate y que te voten; entonces podrás hablar>>. Lo mismo que nos decían en el Parlament, lo mismo que nos dicen desde el Gobierno. Reproducen las mismas formas vacías y antidemocráticas de eso a lo que llaman sistema de representación. En fin, miedo y mediocridad, como en tantos otros sitios.

LMS. En un mismo orden de cosas: ¿y la academia? ¿Juega toda ella un papel legitimador de las propuestas neoliberales o hay focos críticos?
El pensamiento crítico, por desgracia, ha pasado de ser uno de los leitmotivs de la universidad a un motivo de vergüenza entre la casta académica. Creo que Joan Benach y su grupo de trabajo funcionan de una manera bastante excepcional en la Universitat Pompeu Fabra, donde también trabaja Vicenç Navarro, muy crítico con la austeridad en general y en la salud en concreto. Pocas puertas más allá de sus despachos, están los economistas, los de Andreu Mas Colell, tránsfuga del comunismo al costumbrismo,  encabezado el pasillo por un cuadro de Milton Friedman: es un insulto diario.

LMS. ¿Crees que las cátedras de salud pública y preventiva de las facultades de medicina se han opuesto en general a los recortes?
AM. En absoluto. Yo creo que, en cierta manera, Benach se la juega. La sensación que tengo es que la gente que está más comprometida no puede mantener unos principios muy radicales desde la academia. Vicenç Navarro podría ser un ejemplo: en términos políticos se posiciona en la socialdemocracia, aunque tiene claro que hay que frenar la austeridad, no es un radical.

LMS. Has comentado más arriba, y no es la primera vez que lo oímos, que el colectivo médico está impregnado de clasismo. Salvo honrosas excepciones, como ocurrió en la marea blanca de Madrid, los médicos no suelen implicarse en lucha alguna, a no ser que sea puramente gremial. Probablemente esto sea consecuencia de dos fenómenos esencialmente: el papel de clérigo paternalista que se le ha atribuido al médico históricamente, con el mensaje implícito de que, como todo confesor, no debe tener características distintivas que vayan más allá del acento o la marca del reloj y, por otro lado, la carrera por el reconocimiento y/o el enriquecimiento, llena de sacrificios, chanchullos, gestas, competencia irracional, insomnios, calumnias, y otras tantas caras que rebasan lo ético, pero que en ningún lado incluyen la politización explícita (como si lo de Piqué, Boi Ruiz, Lasquetti, Belenes, etc, no fuera político…) y en casi todos los casos conllevan un falso sentimiento de pertenencia a la clase dominante (hace poco Yanis Vaorufakis decía que es una de las tentaciones más habituales y más difíciles de resistir: el discreto encanto de la burguesía). ¿Se podría extrapolar al colectivo de enfermeros y enfermeras?
AM. Menos en términos cuantitativos, pero cualitativamente te diría que el mecanismo se está incorporando en un grado incluso mayor que entre los médicos. Yo veo en mis compañeras el deseo irrefrenable de llegar a la misma posición que el estamento médico. Es decir: situarte siempre por encima del resto de trabajadores.

LMS. ¿Funciona como un sistema de clases?
AM. Sí. Exacto. Enfermería sería la supuesta clase media, que se saca el pañuelo palestino frente a los médicos y las cacerolas para diferenciarse de “los negros de abajo” (compañeros y compañeras de limpieza, camilleros, seguridad, administración, etc.). De hecho, el sistema de promoción profesional no sólo es jerárquico, sino que es claramente clasista. Enfermería tiene un muy buen sistema de promoción. Sin embargo, al resto de estamentos se les dieron las migajas. Cada uno en su sitio, aunque el rasero patine o se acerque, más o menos, según quién acerque la mano. Mirando al colectivo médico, lo dividimos por temor, nos dividimos por envidias, nos separamos de las que realmente son las nuestras.

LMS. ¿Crees que es aplicable una lectura de clase a la evolución de la salud pública? ¿Crees que si, a diferencia de lo que se ha dicho durante los últimos cuarenta años, la transición fue una derrota de los trabajadores y no una victoria, estamos metidos hasta el cuello en el lodo de aquellos polvos?
AM. Es evidente que sí. Es una estrategia para tener controlada a la sociedad, para llevar más allá todavía la “sociedad de los dos tercios” propuesta por Thatcher. Llevamos decenios apuntalando una falacia, con la invención de una supuesta clase media separada de la clase trabajadora, dando por supuesta la “ahistoricidad” del sistema, lo perenne de los derechos, etc. Todos queríamos escalar cómodamente, valga el oxímoron. Acabas pensando que el opresor es el modelo a seguir.

LMS. ¿Esa clase media que se ha visto desprovista de la base económica que permitía su modo de vida, que se sentía identificada con el modelo de crecimiento, accederá a entrar en mutuas privadas o aceptar la privatización?
AM. Espero que no. Por lo menos otras muchas personas y yo trabajamos para impedirlo. Ahora hay más gente despierta, consciente, que cuando empezamos a dar voces en el desierto hace cuatro años. No obstante, que no estemos en el desierto no significa que estemos pregonando frente a las masas. Usamos lengua de signos para sordomudos en mitad de la selva de pantallas y altavoces que repiten el mantra oficial sin parar. Luchar contra eso no será cosa de dos días. Sin embargo, pongo en duda que la gente no reaccione pase lo que pase. Cualquiera se da cuenta de que lo están atendiendo peor, o de que lo han dejado de atender, o de que le cobran por la consulta, o le hacen ir a rehabilitación muy lejos de su domicilio.

LMS. Pero habrá una parte de la gente que, sin formar parte de la élite social, podrá permitirse pagar una mutua y lo haga pensando que es lo que le conviene, aunque hasta ahora haya acudido siempre a la sanidad pública.
AM. “Poder permitírselo” no es una realidad objetiva, es un cambio de prioridades inducido por las necesidades, que a su vez responde al discurso hegemónico. No sé si habéis visto la televisión catalana últimamente, pero los anuncios de mutuas y servicios sanitarios privados se han multiplicado de una manera insultante. Hasta cuando se emitió el documental Ciutat morta, el primer anuncio que pusieron, frente a  una audiencia teóricamente crítica pero en todo caso muy amplia, fue el de una mutua de seguros. Pero insisto: hay una parte de la clase media que sí que se ha visto desprovista de todo, incluida la cobertura sanitaria, y a marchas forzadas. Así han despertado. Pastilla roja o pastilla roja, ni elección a lo Matrix ni leches. El ejemplo de la PAH es perfecto para explicarlo.

LMS. ¿Qué son los determinantes sociales de la salud?
AM.  No soy una experta en determinantes de salud. Os recomiendo que recurráis a cualquier trabajo de Joan Benach. En todo caso, en síntesis podríamos decir que en nuestra salud no sólo influye el sistema sanitario, también son fundamentales la vivienda, las condiciones de empleo, el entorno familiar y educativo, el nivel socioeconómico, el género, etc. Hay que distinguir la salud de la sanidad. Hasta ahora, con los recortes en los hospitales y en los centros de atención primaria, nos estábamos refiriendo a la sanidad, pero la salud engloba muchos otros factores. Los pobres no solo mueren más, sino que además mueren peor. No es casual que en las zonas más pobres haya más hipertensos, más diabéticos… no porque coman menos sino porque comen peor, porque tienen que priorizar su hipoteca o no tienen tiempo para cuidar de su salud. Tienen menor percepción de su salud, menor conciencia de la misma. Hay ejemplos muy cercanos y sencillos, a la vez que terribles: la esperanza de vida de un vecino de Pedralbes en casi diez años mayor que la de uno de Nou Barris. A los grandes popes de la medicina moderna y a los adalides de la “modernización del sistema”, que tanto se jactan de que sólo tienen en cuenta las propuestas basadas en la evidencia, aquí tienen una evidencia. Lo que les falta es, tal vez, “videncia”.
Hago un paréntesis para poner un ejemplo: cuando se lanzaron las Entidades de Base Asociativa en Barcelona (que permitieron a médicos inversores adjudicarse centros de salud pertenecientes a la red pública), fue casualmente en los barrios más ricos donde se llevó a cabo con más ahínco. Ello pone de manifiesto dónde tenían más oportunidades de negocio estas entidades con ánimo de lucro. El 33% de los pacientes de las EBAS tiene doble cobertura frente al 8% del resto de CAPs. Las EBAS están situadas, principalmente, en zonas muy estratégicas. Dónde van a poder ser más eficientes, es decir, hacer mejor negocio? En una zona de ricos, con doble cobertura... para las “tonterías” se van a la privada
Muchos se apresuran a concluir: entonces que los ricos se paguen la sanidad y que para el resto sea pública. Se equivocan. Primero, por una cuestión de equidad y, segundo, porque al pijo le gusta evitarse las listas de espera y tener una habitación individual con vistas al mar, pero si tiene que escoger entre eso y no morirse de una enfermedad grave, no dudará y acudirá a la pública. En resumen: todos podemos vernos, antes o después, afectados por los recortes y privatización de la sanidad pública.

LMS. ¿Crees que es consecuencia de que el modelo es muy asistencialista, con poco énfasis en las medidas enfocadas a la medicina preventiva?
AM. Ahora nos quejamos de eso, no hemos hecho educación sanitaria ni programas de educación, se ha adelgazado la atención primaria en lugar de robustecerla y la prevención brilla por su ausencia. Es parte de la estrategia neoliberal. Sin programas de educación en salud y prevención conviertes a la población en más dependiente del sistema sanitario. Después, ya puedes culpabilizarla y responsabilizarla. Además, con un sistema preventivista, la industria farmacéutica dejaría de ganar mucho dinero. Hemos convertido a la población en individuos dependientes para poder pedirles que se corresponsabilicen, sobre todo económicamente, obviando completamente los determinantes sociales y acusándolos de abusones que demandan a la primera de cambio. Nos quejamos del sistema. Pues es el mismo sistema que ha provocado esta situación.

LMS. Ahora que comentas que en ocasiones los ricos también prefieren la sanidad pública: este mismo mes, el Parlament ha solicitado una investigación en profundidad de la actividad de Barnaclínic, la parte privada del hospital Clínic. El desencadenante fue una demanda de la patronal de centros privados sanitarios, que acusaba a Barnaclínic de competencia desleal.
AM. Sí, es muy paradójico que quien levante la liebre sea la propia patronal. Sobre todo si tenemos en cuenta que el actual conseller de Sanitat, Boi Ruiz, fue durante largos años director y después presidente de la Unió Catalana d’Hospitals, principal lobby de la patronal privada. No es la primera vez que se pone a Barnaclínic en tela de juicio. El informe de la sindicatura de cuentas de 2012 reveló una deuda importantísima hacia el hospital, cuando la justificación que tienen en boca sus defensores a todas horas es que la actividad privada, no sólo no implica un conflicto ético aunque se dé en las mismas instalaciones, con los mismos recursos y por parte de los mismo profesionales, sino que ayuda a hacer menos deficitaria la asistencia pública porque los beneficios revierten en la actividad pública del hospital. Aunque el actual director general, el Dr Josep Maria Piqué, lo ha repetido hasta la saciedad en diferentes charlas para calmar a los trabajadores, no ha mostrado ni un solo dato convincente que explique, por ejemplo, los sueldos de los principales dirigentes de Barnaclínic y sus vínculos con la junta de patronato del hospital. En todo caso, la investigación a Barnaclínic y su aparición en los medios ha supuesto un verdadero varapalo al ejemplo paradigmático de privatización encubierta que caracteriza al actual modelo sanitario catalán. Mientras tanto, se está sacando a concurso la compra por parte de capitales privados de veinte centros de atención primaria, este año se han operado más de 17.000 pacientes procedentes de la sanidad pública en centros de IDCSalud, que en 2013 facturó 127 millones de euros a la Generalitat, y suma y sigue. CiU, con la ayuda por omisión de ERC, está en plena carrera por completar su modelo antes de las próximas elecciones.

LMS. ¿Podrías resumir en qué consiste la estrategia de CiU?
AM. Es a la vez muy simple y muy complicado. Simple porque en esencia lo que se pretende es sacar tajada de algo que es un derecho universal y, por tanto gratuito; pero a la vez complejo, porque no es una ocurrencia de ahora. No es que, de repente, cuatro iluminados de derechas se hayan despertado y se hayan golpeado la frente recordando los donuts olvidados sobre la encimera de sus ostentosas casas, no: llevan intentándolo más de treinta años, pero hasta ahora la “correlación de debilidades” sólo les ha permitido hacerlo de forma sibilina, disimulada, encubierta por rebuscados acuerdos y triquiñuelas legales. El objetivo es doble: destruir lo público, no por placer si no por interés, parasitarlo, exprimirlo, y convertir la salud en una mercancía con la que poder hacer negocio. Las estrategias van por fases, la primera es destrozar lo público, recortando, adelgazando el presupuesto con las razones más peregrinas, precarizando el trabajo, robando la dignidad, hundiendo la calidad. Después habrá que vender en todos los foros y de todas las maneras posibles que lo privado es más eficiente (y limpio, y educado, y huele mejor, y hay más famosos). Es una guerra de propaganda en la que el enemigo tiene el poder de quitarte los fondos y usarlos en su beneficio, mientras les mina la moral a tus tropas.

LMS. ¿Cómo? ¿De qué manera se mete a los nuestros en el bolsillo?
AM. Responsabilizando o, más bien, acusando, a las personas enfermas de estarlo. Tiene que ser conscientes (sic) de sus propios procesos de salud y enfermedad y, por lo tanto, entender la necesidad y arrimar el hombro para procurar la sostenibilidad del sistema. Se engaña al ciudadano haciéndole creer que se le otorga un papel relevante de decisión y autonomía, cuando en realidad se lo está convirtiendo en una mercancía con la que hacer negocio. Esta vuelta de tuerca se completará con la aplicación del proyecto Visc+, que le va a vender los datos clínicos de los pacientes del sistema catalán de salud a empresas aseguradoras y farmacéuticas multinacionales que, analizando esos datos, pondrán el precio que más les convenga a las pólizas y fármacos que nos endosarán en la siguiente fase. <<No señor, a usted la póliza le sale el doble de cara>>, <<¿Por qué?>>, <<Porque fumó hasta hace 20 años>>, <<Cómo lo sabe, si no se le he dicho?>>, <<Lo pone aquí>>.

LMS. ¿Y cómo es posible con la que está cayendo que la respuesta popular sea tan tímida?
AM. La debilidad de las luchas sanitarias es un fiel reflejo del modelo sanitario catalán, muy desagregado y confuso (titularidad pública del ICS con sistemas mixtos, entes de colaboración privada, las privadas con lucro…). La constitución de la respuesta frente al mismo no ha partido de una marea ciudadana transversal. En los centros sanitarios, la implicación de los trabajadores es muy desigual. En comparación con las luchas de Madrid, aquí hay hasta ahora (el 28 de febrero se constituyó la marea blanca en Catalunya, agrupando a todas las plataformas y colectivos en lucha) un crisol fragmentado de luchas, en la que los ciudadanos y profesionales han coincidido poco. Es verdad que en Madrid fue tan brutalmente abrupto, que la reacción generada fue más compacta y enérgica…

LMS. ¿Qué finalidad persigue en este contexto el plan de reordenación territorial y asistencial (RAT)?.
AM. Con la excusa de repartir de manera equitativa la baja/moderada complejidad y la alta complejidad entre los centros de tercer nivel de Catalunya, lo que se ha hecho ha sido desviar la actividad más lucrativa (la de baja complejidad) hacia el ámbito privado (esencialmente IDCSalud), y la de alta complejidad, mucho más cara, a los grandes centros públicos. Lo peor es que la justificación del plan, en el contexto del plan estratégico de sanidad 2011-15, se basaba en una evidencia contradictoria hasta el tuétano: en el mismo informe figura que Catalunya estaba excepcionalmente bien situada en el conjunto de Europa en aspectos como el porcentaje de hospitalizaciones, el uso de fármacos, el funcionamiento de la atención primaria, por no hablar de la esperanza de vida, que era la mejor. Pocos años después, ésta ha caído estrepitosamente, se ha hecho todo lo contrario a lo que había que hacer (fortalecer la primaria y la educación sanitaria, entre otras cosas), y se han aplicado medidas injustificables para enviar cada vez más pacientes a la privada mientras se cierran pacientes en la pública. Miles de usuarios se han quedado sin especialista, las listas de espera han aumentado en lugar de disminuir, y un largo etcétera de catástrofes y situaciones demenciales propias de un país de pandereta. El objetivo último, como digo, es la reorganización de zonas de para agrupar áreas que se gestionaran desde una misma unidad, con el objetivo final de vender o privatizar estas unidades.

LMS. ¿Qué hay detrás del copago?
AM. Repago.

LMS. ¿Vamos hacia un modelo como el estadounidense?
AM. No exactamente. Siempre digo que es un tremendo error poner el ejemplo estadounidense como el futuro de nuestra sanidad. Aquí es más perverso. Es el negocio redondo para los que se están lucrando: cobertura universal con financiación pública  (es decir: todo hijo de vecino es cliente potencial, a excepción de algunos colectivos, como los inmigrantes sin papeles), pero con un porcentaje cada vez mayor de mercantilización de los servicios. Un ejemplo: un paciente consulta en urgencias del Hospital Clínic por una neumonía. Es atendido, y al cabo de pongamos, 14 horas, es derivado al Hospital Sagrat Cor de IDCSalud, donde pasa 48 horas y es dado de alta precozmente. El paciente, al llegar a casa, se complica porque el alta era prematura. Probablemente consulte (o la ambulancia lo lleve por orden “de arriba”) al Clínic o, en caso de que llegue al Sagrat Cor, lo derivarán al Clínic. Además, el precio que IDCSalud cobra cada día a la Generalitat por tener al paciente es casi un 50% más de lo que se le paga a un centro público. Es el negocio perfecto: monopolio con colaboración pública. Infalible.

LMS. Según tú, ¿qué papel debería jugar el estado en la gestión de lo público?
AM. Dos matices: prefiero hablar de lo común más que de lo público. Esto último es lo que se gestiona desde las administraciones, mientras lo común se refiere a aquellos  bienes que son de todos y deberíamos poder gestionar entre todos con participación y democracia directa. En realidad, aunque diga esto, no me considero una anarquista (en realidad, prefiero no etiquetarme; se es más libre), pero no soy defensora del papel del estado en la gestión de los bienes comunes. En la fase en la que estamos ahora, en la que se trata de recuperar lo que nos han quitado, lo prioritario es devolver a la esfera pública por lo menos lo que es común y gestionarlo con transparencia.

LMS. En el caso de que los bienes comunes se administrasen a partir de la intervención más activa de la ciudadanía, ¿no deberíamos ser todos mucho más responsables? (eso, al menos, será lo primero que te espete quien se sostenga en el paradigma antropológico liberal).
AM. No creo que me rasgase las vestiduras para tratar de convencer a un tipo así. En todo caso, para no alargarnos, diré que no es lo mismo participación que administración, igual que no es igual ser responsables que corresponsables. 

LMS. Con la Ley General de Sanidad de 1986, durante el primer gobierno socialista, ¿hubo una intención real de crear una ley sanitaria que buscaba que la sanidad fuera realmente común, pública, y después no pudo ser? ¿O crees que era una estrategia desde el inicio para generar un sistema universal pero mixto, y que después ha devenido en algo cada vez más privado?
AM. Esa ley tuvo vigencia real 2 o 3 años, luego surgieron informes Abril y otros tantos peros a la idea inicial… estuvo bien como punto de partida, pero no fue más allá. Creo que si se intentó en algún momento, la insistencia se esfumó rápido.

LMS. ¿Cuáles son las vinculaciones entre el poder político y el poder económico en el proceso de privatización de la sanidad?
AM. Dilucidar este punto es el objetivo principal de mi tesis doctoral. El ejemplo más claro son las puertas giratorias, como la que hemos comentado antes del antiguo director general del Clínic. Os recomiendo el video Quién manda en la sanidad de Catalunya de la PARS. En la sanidad catalana, en lugar de puertas giratorias podríamos hablar de autopistas de oro. Antes de abandonar sus cargos políticos ya están en consejos de administración de grandes empresas del ámbito de la sanidad. Es el ejemplo de Josep Prat, Josep Maria Padrosa (el anterior y actual directores del sistema catalán de salud, respectivamente), Boi Ruiz y una larga, larguísima lista. Además, se ven implicados grandes financieros como Isidre Fainé (“La Caixa”), bufetes de abogados, periodistas y  por supuesto, la tercera pata del chiringuito de la sanidad privada: el poder mediático. Montamos el modelo y lo difundimos a través de los medios de masas. ASISA lo dice bien claro en su eslogan: <<nuestro beneficio es tu salud>>.



LMS. ¿Te parece que la participación de grandes empresas catalanas en este proceso no ha sido criticada duramente cuando ha salido a la luz porque las mismas han contribuido a generar la imagen ad hoc de la “nació catalana” que defiende Mas y que parece no repugnar demasiado a ERC?
AM. Es un fenómeno muy complejo: generar una conciencia nacional catalana, en la que han conseguido insertar con la aquiescencia de la izquierda, la mentalidad neoliberal en casi todos los ámbitos con la excusa de que <<será mejor que estar al servicio de Madrid aunque tengamos una sanidad privada>>, ha funcionado, pero con sus contradicciones. No obstante, sí creo que el soberanismo sirve como cortina de humo al austericidio y mercantilización de la sociovergencia y ERC. Las competencias en sanidad se transfirieron en 1981, y ahora nos venden la moto de que la reducción de 1500 millones del presupuesto en sanidad durante sus cuatro años de gobierno es culpa de que hay maltrato fiscal impuesto por el gobierno central, que son antiindependentistas y antidemocráticos. No se lo creen ni ellos ni Rajoy, que se ha prestado encantado a seguirles la farsa.

LMS. Curiosamente, el partido que más está haciendo porque se investigue el fraude sanitario son las CUP. 
AM. Totalmente cierto. En ese aspecto, nada que reprocharles. Me siento muy afín a la CUP en su programa social. Ello no quita que tenga mi opinión sobre su concepción nacional y sobre a quién le tienden la mano en su afán por priorizarla constantemente por encima de todo. Me gustaba el lema “Independència per a canviar-ho tot”, pero sigo pensando que levantar una frontera y decir que así serás libre, es un oxímoron “como una catedral”. La base social y el discurso social que tienen lo suscribo 100% pero cómo lo pretenden llevar a cabo y con quién se alían creo hace que se diluya su programa y su sentir de izquierdas. En cierta manera, siento que están priorizando la independencia por encima de la izquierda. Sin embargo, Esquerra Republicana de Catalunya, es todavía peor. Aunque ya sabíamos que no eran de izquierdas de antemano. Las CUP, es verdad, defienden mucho la clase trabajadora, se ponen de su lado, pero lamentablemente creo que quien se lleva “al bolsillo” a la clase trabajadora fue el PSC antes de devenir lo que son ahora y Podemos o Podem en la situación actual. El cinturón rojo no es de las CUP, por mucho que se empeñen. Las CUP se nutren básicamente de los hijos díscolos de la burguesía (me lloverán las críticas por esto): universitarios, básicamente, en barrios como Gràcia o Sants, mientras la currante, la clase obrera real, el Hospitalet, Cornellà, Nou Barris... es la de los Podem y los Guanyem en general (bueno: el que tiene más o menos algo de consciencia de clase, porque muchos se desentienden o votan a la derecha). No ha existido independentismo popular como fenómeno de masas; no ha habido obreros independentistas nunca! El noi del sucre no era independentista, ni la CNT, ni el PSUC de la guerra civil, ni el POUM. Els segadors, por mucho que se empeñen, no es un himno independentista, es un clamor popular – catalanista, sí- contra el sistema feudal. Los independentistas eran los burgueses de Cambó.

LMS.¿El 15M ha permitido legitimarse a la izquierda vistiéndose de deseo ciudadano (hablamos de Podemos, claro)?
AM. Para mí el 15M fue un despertar colectivo, desorganizado y precioso, que ha permitido romper con determinados anatemas. No es que sea muy fan de Podemos, pero sí que entiendo el abandono del discurso derecha-izquierda por el del 99% vs. 1%. Hay que cambiar el discurso de vez en cuando. El 15M sentó esas bases. No es lo mismo que lo que propugna Podemos, por mucho que se esfuercen en erigirse como la cristalización de la indignación en las plazas, porque allí gritábamos <<no nos representan>> y ahora nos representan ochocientos. Quizás más que recoger el espíritu del 15M lo han electoralizado. Me acuerdo de una señora al principio del 15M que dijo <<vosotros sois los políticos del futuro>>, pensaba que no se enteraba de nada, pero vaya si tenía razón la señora… lamentablemente.

LMS. Quizás también la clave es que para cada <<no nos representan>> había un significado diferente. Para unos era un hartazgo de la clase política, para otros de los partidos de aquel momento… Y Podemos ha conseguido dar la vuelta a ese discurso y volverlo exclusivamente contra el bipartidismo y no tanto contra el sistema de representación, ¿no?
AM. Este es otro de los riesgos que yo le veo a los nuevos partidos, que no me gusta tener que llamar partidos: que, de hecho, a veces parece que se han conformado con cambiar la cara o presentarse como la pureza delante del sistema bipartidista corrupto, que nadie puede negar que lo es. Me da miedo que se produzca la segunda transición española y volvamos a un sistema de representación partidista en el que damos un cheque en blanco cada cuatro años y no hay cambio de conciencia en la participación y en el ejercicio de un verdadero sistema democrático

LMS. Últimamente se ha hablado mucho de la “Hipótesis del Comunismo Ninja™” en Podemos, es decir, que son gente de izquierda radical que se han dado cuenta que hay que utilizar las herramientas que hay para llegar al poder y a partir de ahí defender una serie de cosas porque no se podrá superar la esfera neoliberal por la correlación actual de fuerzas, ¿te parece descabellada? ¿Cierta? ¿Es viable? ¿Se puede hacer una pedagogía desde arriba para cambiar las cosas?
AM. Creo que lo de pedagogía desde arriba duele a los oídos. La pedagogía se hace desde abajo. No tengo una opinión clara sobre esto, porque recibo mensajes divergentes desde gente muy diferente a la que respeto mucho. No tengo claro que haya que llegar a las instituciones para dinamitar el poder, pero tampoco que se pueda hacer desde fuera. Creo que Podemos es, en el momento de emergencia actual,  “el mal menor”.

LMS. Pero tú le recomendarías a un ciudadano de a pie que se ve afectado por los recortes…
AM. ...que vote a Podemos? Sí, ¡claro! ¡Votadles! ¡todos! Los males menores a nivel estatal son Podemos y “hasta” IU. O los “Ganemos” municipales. No es que me convenzan absolutamente. Lo que yo querría no es un sistema de representación política, pero “ahora” no me voy a poner muy pejiguera con esto. Los “otros” nos están matando, literalmente…

LMS. Pero Podemos se ha constituido como una agrupación de gente que se ha movilizado y activado, ¿no? O por lo menos en eso basan su autojustificación.
AM. Yo le veo, por supuesto, las potencialidades. Pero hace falta lucha popular y movilización social más allá de que se vote a Podemos, y de momento, lo que sé es que la movilización social ha caído en picado desde que se supone que hemos “asaltado las instituciones”. Existen iniciativas más radicales incluso a nivel de representatividad en las instituciones burguesas, como la que fue la Demo4.0, que reclama la cuota de representación para cada una de nosotras: . De eso me enamoré completamente. Habrán de pasar años para que quizás podamos ver algo similar.

LMS.  ¿Piensas que no debe de haber ninguna representación a ningún nivel?
AM. No, no creo eso exactamente. Por eso digo que vivo en una constante contradicción. Te vuelvo a poner el ejemplo de los bienes comunes. Los asuntos que nos afectan a todos deberían poder decidirse entre todas. Yo no puedo delegar mis opiniones sin condiciones por siempre y para siempre en otra persona. Hay cosas de tal importancia que deberían ser consultadas siempre. No conozco a fondo el programa de Podemos, pero no sé si a nivel de calidad democrática y de participación -no solo de cara a la galería- tiene una buena posición respecto a eso. Tal vez sean las prisas, o la potenciales “responsabilidades de gobierno”. Repito que, ahora estamos en una situación muy crítica, y la prioridad es que dejen de matarnos. Pues, bien, mamá, abuela: votad a Pablo Iglesias. O a Ada Colau, en Barcelona.

LMS. ¿Qué perspectiva ves para los próximos cinco o diez años? Pon un vector encima de la mesa.
AM. Tengo miedo de que si hay un cambio de gobierno la gente se moverá menos. Puede haber cambios en general si se completa el tan cacareado fin del bipartidismo; básicamente en cuanto a ponerle fin a las medidas de austeridad, que es lo más urgente. De todas formas, el mismo capitalismo acabará con la austeridad porque después de tantos años de acumulación sin trabas puede permitirse aflojar la soga unos años para seguir con “su paz social”. No sé a qué situación abocará eso en Europa, pero el cambio más profundo que se necesita no será en diez años. Me preocupa que dentro de treinta años nos demos cuenta de que volvemos a estar de nuevo al principio, o al final, según se mire, de una nueva transición democrática que en el fondo encubra un nuevo ciclo del capital. Habremos perdido el tiempo de nuevo y tendremos que andar otra vez ese camino. Y la incertidumbre estará ahí de nuevo: hoy que se puede, ¿cogemos un poco, o nos preparamos para cogerlo todo mañana?

LMS. ¿Qué hacemos?
AM. No tengo recetas. Dentro de poco, como sigamos así, nadie las tendrá…

LMS. ¿A qué persona nos recomiendas que entrevistemos para averiguar más cosas sobre el proceso de privatización de la sanidad?
AM. Os recomendaría a muchas personas. Mis maestras, con mucho cariño: Clara Valverde y Jesús Blanco.

LMS. ¿Cuáles son tus mares del sur y qué música o literatura te llevarías?
AM. Mi nuevo hogar en la montaña, a casi una hora del bullicio de Barcelona. Allí os pondría “Llegan voces”, cantada por Carmen Martín, y os daría a leer “Por qué la austeridad mata” de David Stuckler y Sanjay Basu.

LMS. Muchas gracias, Ana.
AM. A vosotros!


1 comentario:

  1. Hija mia que bien te explicas...Un beso y un abrazo muy grande querida. Paco (Francisco Peralta).

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